Un saludo de los Decanos a todos los Quemeros del mundo

Especial (portavoz decano)

Cien años de pasion quemera
por Néstor Vicente (*)

BUENOS AIRES, viernes 31 de octubre.
Como un barco amarrado al puerto de sus amores, así Huracán está amarrado al barrio que se convirtió en su lugar en el mundo. Es cierto que Pompeya lo vio nacer y que Soldati le fue siempre fiel, pero Parque de los Patricios es el barrio que le dio al Globo esa identidad que lo convertiría -para bien o para mal, como son las cuestiones del amor- en el club más porteño de los que transitan los lugares trascendentes del futbol argentino.
Dijo una vez César Luis Menotti que Huracán era "la hermosa excusa que encontró un barrio para ser feliz" y el poeta Horacio Ferrer no dudó en definirlo como "una suerte de figurín entrañable del club porteño, bohemio, tanguero, fino, atorrante".
Y es así. Nuestro Globo está genéticamente vinculado a Parque de los Patricios y viceversa, porque el barrio no es tal sin ese Palacio que se abrió paso con el esfuerzo de todos, sin esa sede que supo ser lugar inevitable de encuentros, donde la cultura se mezcló con el deporte y los bailes de los sábados y de los carnavales convivieron con una biblioteca orgullosa de sus preciados ejemplares y con múltiples actividades que -hoy podemos constatar- le daban a la mujer un lugar preferente en el club.
Desde que Huracán existe documentadamente como tal, definió sin contradicciones al 1 de noviembre de 1908 como la fecha de su fundación y el Globo de Jorge Newbery que llevaba el nombre del Club se convirtió en el símbolo que se instalaría en rojo del lado del corazón.
En la Navidad de 1913 los quemeros ascienden a la Primera División y prontamente vivirían una década de grandes triunfos. Huracán es campeón en 1921, 1922, 1925 y 1928. El último de estos campeonatos lo obtiene con una de las delanteras más recordadas de la época amateur, de esas que se recitaban de memoria con el paso de los años: Loizo, Spósito, Stábile, Chiesa y Onzari.
El nacimiento del profesionalismo coincide en Huracán con la aparición de su ídolo máximo: Herminio Masantonio. Vistió la camiseta del Globo en 349 oportunidades y gritó 254 goles que lo ubican en la cumbre quemera y en el tercer lugar del futbol argentino, superado sólo por Erico y Labruna. El equipo de 1939 fue una aplanadora, con 97 goles en 34 fechas, y obtuvo el subcampeonato. No brilló solamente Masa. Jorge Alberti en la defensa y Baldonedo en ataque, le dieron brillo a un equipo excepcional. Pocos años después sería Tucho Méndez el que alumbraría el horizonte futbolístico en el Tomás A. Ducó.
Hubo una larga espera, pero el que apareció en la década del '70 fue el equipo de los sueños. El recordado Roberto Fontanarrosa, en su libro "No te vayas campeón", le dedica un capítulo al Huracán campeón de 1973 y habla de ese equipo como el que cumplió con el mandato de las tres G: Ganar, Gustar y Golear. Roganti, Chabay, Buglione, Basile y Carrascosa. Brindisi, Russo y Babington. Houseman, Avallay y Larrosa, dicen por la sola presencia de sus nombres la fiesta que fue ver jugar a ese memorable conjunto quemero.
Huracán cumple cien años y los hinchas mantenemos en alto ese amor incondicional por el Globo y por la Quema que demostramos en las buenas y en las malas. Tantas veces caímos y tantas otras nos levantamos, es así como todavía sentimos en nuestra piel la alegría de la vuelta a Primera de la mano del turco Mohamed y está cada vez más presente en nuestra memoria el "Banderazo" del 28 de marzo de 1988 en el que el pueblo quemero demostró que Grande se Nace y que en estos cien años, nuestro entrañable Huracán, ha contribuido al trascendental aporte que los clubes hicieron al desarrollo social y deportivo en la Argentina.

(*) Ex presidente del Club Atlético Huracán

Autor de "Grande se nace", libro oficial del centenario del Club Atlético Huracán
Ex candidato a presidente de la Nación, por Izquierda Unida



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